- Área: 376 m²
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Fotografías:FCH Fotografía
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Después de años de utilizar la adaptación de un taller mecánico la compañía MCI decidió formalizar sus operaciones en la Ciudad de México para extender la capacidad de sus oficinas y bodega. Tras estudiar la construcción de un nuevo edificio se optó por una remodelación del lastimado local.
Los limitados retos que parecía plantear el proyecto llevaron a buscar en el contexto las pistas para generar la imagen del edificio.
El proyecto se implanta en un barrio tradicional de la ciudad de México, donde el color decora los sencillos volúmenes de sus construcciones y el complejo mundo de los patios de las vecindades convive con talleres, bodegas y fondas.
El proyecto se piensa como una vecindad que cierra y simplifica su fachada para convertir el patio de maniobras en el principal elemento de su identidad y comunicación con el mundo exterior. El proyecto utiliza el color para continuar la trama del barrio y mimetizarse con su contexto inmediato.
La cara que Mundo Terra, una tienda de ropa con enorme impacto en el barrio, da hacia el proyecto define sus colores y formas. La fusión entre lo existente y lo modificado hace que MCI parezca el zócalo de un complejo mucho mayor.
El exterior repite el azul del volumen de Mundo Terra a la vez que imita el sencillo aplanado de las viviendas populares de los alrededores.
La comunicación entre interior y exterior se realiza por tres grandes sustracciones de acero galvanizado volcadas hacia el patio que resuelven la logística de bodega y oficinas.
El primer hueco sirve de fachada a las oficinas, el último sirve como carga y descarga de material mientras que la abertura central cambia de forma y posición para solucionar diferentes necesidades:
La zona transparente del portón se abate para ventilación; una puerta oculta permite el paso de personas y la pieza completa puede correr sobre un riel para el paso de vehículos y mercancías.
La capacidad de la bodega se amplió al construir nuevos muros y cubiertas, consiguiendo 50cm adicionales en toda la longitud del edificio y casi 2 metros adicionales en altura; iluminados con una serie de claraboyas de lámina translúcida.
Los espacios de oficinas conservaron su dimensión en planta, pero aumentaron su altura y sensación de amplitud eliminando plafones y divisiones innecesarias.
La gran sorpresa, que definió el carácter de las oficinas, fue encontrar el muro de ladrillo original del taller tras desprender un acabado de chapa de madera.
En aquellas zonas donde atraviesan pocas instalaciones el ladrillo original se deja aparente, respetando incluso los huecos que dejaron las vigas de la estructura anterior. Los tabiques contrastan con los aplanados de color gris claro y el concreto pulido del resto de las oficinas.
El reto del proyecto, minimizado en un inicio, consistió en encontrar que la materia prima de la propuesta surge de lo que existe en el sitio. El contexto da al exterior su color e imagen mientras los muros recuperados dan al interior su calidez y carácter.